Suspiros y euforia.
miércoles, noviembre 25
sin tiempo y sin nombre
Desayunando evidencias, percibiendo un leve aroma de saliva, remojando esas ganas en lo más profundo del café con leche que inunda mi garganta…
Éramos, fuimos, estuvimos, andábamos, pabasamos, mordíamos, gritábamos, jugábamos, gemíamos, y toda esa conjugación pretérito imperfecta de inconexiones nuestras; que hoy me invitan a simular una inocencia vulgar frente a tu cadáver.
Puedo ver mi reflejo sobre el pan y no me dice nada. Todas esas miradas crujientes tuyas, ya se me atascaron en el estómago, ni el queso, ni tu pescueso; han servido para frenar estos impulsos suicidas de mi cuchillo: sin embargo no los morderé más.
Dice la master: azúcar morena por favor!
Buen Provecho
Éramos, fuimos, estuvimos, andábamos, pabasamos, mordíamos, gritábamos, jugábamos, gemíamos, y toda esa conjugación pretérito imperfecta de inconexiones nuestras; que hoy me invitan a simular una inocencia vulgar frente a tu cadáver.
Puedo ver mi reflejo sobre el pan y no me dice nada. Todas esas miradas crujientes tuyas, ya se me atascaron en el estómago, ni el queso, ni tu pescueso; han servido para frenar estos impulsos suicidas de mi cuchillo: sin embargo no los morderé más.
Dice la master: azúcar morena por favor!
Buen Provecho
Latido ajeno y añejo
Suena el teléfono y eras, timbra la puerta y eras,
estas, eres, eras y serás.
Limpia las huellas: olvida el respiro una vez más
Son las doce y ahí estas...méteme en el taxi otra vez.
La city vuelve por vos, por mi y ese time que no sé pero está.
estas, eres, eras y serás.
Limpia las huellas: olvida el respiro una vez más
Son las doce y ahí estas...méteme en el taxi otra vez.
La city vuelve por vos, por mi y ese time que no sé pero está.
En el sex shop de Paris...
Ahí estabas, azul, casí transparente: frio, gélido, helado. Tropezabas junto a un cúmulo de articulería, superchería y chuchería pal sex.
Ahí estabas. Brillabas y entre todo, de pronto supe que eras para mí. Ignoraba tu nombre en francés, inglés o italiano pero eras para mí.
Atiné de pronto a preguntarle al señor asiático que te guardaba, y solo me dijo:
¡No incluye baterias. Son 23 euros¡
Ahí estabas. Brillabas y entre todo, de pronto supe que eras para mí. Ignoraba tu nombre en francés, inglés o italiano pero eras para mí.
Atiné de pronto a preguntarle al señor asiático que te guardaba, y solo me dijo:
¡No incluye baterias. Son 23 euros¡
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